Necesitamos maestros comprometidos con la institución.  Que sean leales a los principios y valores de la Filosofía Educativa del colegio y que en su práctica cotidiana cumplan como mínimo con los siguientes compromisos.

Seguro de sí mismo, nadie puede formar sin llevar de sí su propia certidumbre.

Tener  un sólido  sentido de responsabilidad,  enseñando con su ejemplo, dando a los jóvenes continuas oportunidades de formarse en este valor.

Ser democrático, dando margen a la creatividad, y a la originalidad;  saber escuchar, tener capacidad de diálogo, y comprender las disposiciones de los demás.

Ser justo, respetando la dignidad del ser humano  para buscar siempre la verdad.

Un profesional auténtico, con identidad vocacional para que pueda formar  y diferenciar entre el enciclopedismo y educación integral; memorismo y análisis crítico.

Sociable, capaz de establecer relaciones auténticas de amistad y colaboración, sin resentimiento ni condicionamientos sociales, capaz de convivir en comunidad y trabajar en equipo.

Un profesional éticamente capacitado para que sus decisiones estén fundadas en los principios morales y legales.

Ser tolerante y respetuoso, que conozcan por su nombre a los estudiantes.  Procuren acomodarse a la edad, al ritmo, y al modo de ser de cada uno y sean a la vez, cariñosos y exigentes, amigos y con autoridad, para que los jóvenes vayan adquiriendo la libertad responsable.

Correcto manejo de la comunicación e información teniendo presente que sea oportuno y veraz.

Ante todo líder, con la disposición, competencia y compromiso para poner sus conocimientos al servicio de la institución y, poder manejar adecuadamente las diferentes situaciones con los estudiantes.

Con una clara jerarquía de valores, siendo el arquitecto de su propia estructura axiológica.